Jorge: Aunque al principio me daba miedo pensar en cuánta flexibilidad quería darle a mi sobrina, luego empecé a sentir que tenía más control porque le pude indicar cuáles decisiones podía cambiar y cuáles no. Sé que hará lo mejor que pueda, pero también sé que no cambiará las cosas que má me importan.

Diego: Primero elegí a mi amigo Benito como mi persona decisora. Pero luego pasaron algunas cosas que me hicieron pensar que estaba más preocupado por sí mismo que por mi bien. No podía confiar en él. Y entonces me resultó difícil decidir cuánta flexibilidad quería darle. Me di cuenta que tenía que elegir a alguien en quien confiaba más.

Al final cambié mi persona decisora a mi vecina Elsa. Ya que todavía me cuesta confiar plenamente en las personas, le dije a Elsa lo que era importante para mí, y también hablé con mi doctor y escribí mis deseos médicos en un formulario oficial.

Elena: Creo que mi persona decisora, por medio de la oración, tomará las decisiones correctas por mí. Sin embargo sé que no se puede planificar todo, por eso le di flexibilidad para trabajar con mis doctores y orar para saber qué sería lo mejor para mí en ese momento.

Ahora que ya hemos hablado sobre lo que más me importa, me siento bien dejando mis decisiones en sus manos y en manos de Dios.

Jaime: Al principio no quería hablar sobre estas cosas con mi esposa para no darle un disgusto. También me sentía culpable porque pensé que sería una carga demasiado grande para ella.

Cintia: En realidad sería una carga mucho más grande si no habláramos del tema. ¿Y si los doctores en algún momento me miraran y me pidieran que tomara decisiones por mi esposo? ¡No sabría qué hacer!

Jaime: Fue muy buena idea hablar de este tema.

Cintia: Sí. Nunca es fácil hablar sobre estas cosas, pero es mucho más fácil ahora que los dos estamos sanos. Ahora me siento más preparada.