Elena: Antes de que el mal de Alzheimer y la memoria de mi esposo empeoraran tanto, me dijo que nunca quería estar en un asilo de ancianos. Pero luego sufrió un ataque cerebral terrible. Yo no podía ayudarle a salir de la cama ni tampoco levantarlo cuando se caía. No podíamos pagar para que alguien nos ayude en nuestra casa. Fue muy difícil, pero estaba de acuerdo con los doctores que un asilo de ancianos sería el lugar más seguro para él. Entonces, es lo que hicimos.

Antes de que muriera, pude visitarlo todos los días, y sé que allí recibió mucho mejor cuidado. Creo que tomé la decisión correcta, pero me hubiera gustado que mi esposo y yo habláramos sobre el hecho de cambiar algunas de sus decisiones y hacer lo que fuera mejor para él. Así la decisión de enviarlo a un asilo de ancianos no hubiera sido tan difícil para mí. Creo que no me sentiría tan culpable.